Pink Floyd - Wish You Were Here



 Hoy es un día bastante movilizante para mi vida que se ha encontrado sorpresivamente en laberintos desconocidos, laberintos que pensé nunca recorrer y que hoy, aunque ya me venia haciendo la idea, aparecieron frente a mi definitivamente.
 En este extraño lugar lleno de incertidumbres y plataformas que se derrumban diariamente y en donde solo existe la nada, me acorde de Wish You Were Here (Si Tu Estuvieras Aquí), disco que Pink Floyd saco en homenaje a su fundador Sid Barret internado en un clínica de tratamientos psiquiátricos por los daños producidos a causa del uso compulsivo de LCD.  
 Mi situación es totalmente diferente a lo que pasaron David Gilmour y Roger Waters con su amigo, pero si se relaciona en que todos queremos que alguien vuelva a ser lo que era o que estuviera aquí.

 Hablando del disco: Este material entro en mi vida en uno de esos tantos periplos (gracias flaco) que ocurrieron en el territorio onírico de la localidad de Lanus.
 Tomando unos mates en la casa de Ulises escuche como del segundo piso provenía una música a todo volumen que sonaba sin parar. Son unos amigos me dijo.
 Luego de un rato la música se enmudeció y por las escaleras bajaron dos pibes, con ojos rojos achinados, que no paraban de comentar cosas magnificas de este disco. Ellos, como en ese momento yo, habían recibido muy buenas críticas de Wihs You Were Here y luego de saber que Ulises tenía este CD en su casa le pidieron prestada la pieza para hacer de las suyas y escuchar “minuciosamente” aquella obra tan movilizante.

No dude ni un segundo en pedírselo para poder vivir también la experiencia  que esos peculiares muchachitos habían tenido en esa tarde calurosa de noviembre.
 Recuerdo que me dirigí a lo de mi abuela, ella era la única que poseía un equipo decente que reprodujera CD de audio. Con su permiso acomode el sillón de la pieza y deje un vaso con agua cerca de mi mano tendida para hidratar mi lengua seca, si es que en algún momento me lo demandase el cuerpo.
 Verdaderamente no sabía que era lo que iba a encontrar al escucharlo, según el índice solo cinco temas habían mas alla del Play y sin esperar, hacia ellos me encomendé en una dejadez de prejuicios artísticos inigualable.

 La música sonaba en aquella habitación como acariciando el aire, como dibujando cada rincón de la casa con efectos magníficos que creaban atmósferas abrasadoras sin esforzar a mis expectantes oídos que eran como cassetes vírgenes siendo grabados. Así, sin darme cuenta, luego de unos cuantos minutos había terminado el primer tema. Me dejo incrustado en el cuero sintético del sillón.
 Cuando comenzó Welcome To Machine (segundo tema) entendí que estaba enfrente de un disco que pretendía jugar con la mente humana a toda costa, llevándome por diferentes etapas y estadios de una manera sutil, diría yo, elegante. Después de la calma absoluta me encontré dentro de un robot metálico en pleno movimiento.

 La tercer canción, Have A Cigar, quizás alla sido uno de mis descubrimientos mas admirados en el tiempo desde aquel día hasta la fecha. Con una estructura mas roquera pero sin dejar en lo absoluto de pertenecer al fiel estilo Pink Floyd  esta canción esboza en el final de su recorrido uno de los punteos mas prolijos y sentidos que David Gilmour haya parido desde sus entrañas mas profundas. Ni que hablar de las bases de Waters y los parches duros de Nick Mason que parecen sonar enfurecidos en aquellos compases cruzados.
 Para el material que ocupa el cuarto lugar no hay muchas mas palabras que decir o que puedan resumir esta canción que un amigo le escribió a otro expresando su tristeza por su curiosa despedida (Sid Barret). Este track con el mismo nombre que el disco es, junto a Anothe Brick In The Wall, uno de los temas mas representativo de la banda. Algo que me encanta es como en el comienzo una radio sintoniza diferentes estaciones hasta que encuentra un rasgueo de guitarra en Sol que da inicio al tema y así a la magia sonora del primer solo de guitarra acústica.

Terminando el paseo guiado por este piloto de tormentas descarrilado, llegamos a Shine on you Crazy Diamond segunda parte. Composición que da por finalizado todo este gran trabajo que creo le ha descompaginado los pensamientos a millones de personas alrededor de todo el mundo, dejando a estas tres canciones, que se encuentran en el medio de estas piezas maratónicas, como sucesos esporádicos que por alguna razón ocurrieron. Nadie sabe como, pero ocurrieron. Quizás fugazmente o lento como la bruma de un puerto.

El sonido del viento aparece en la oscuridad silenciosa del desierto. Mas tarde es fragmentado por los instrumentos que se mesen de un lado al otro como en una hamaca de plaza de barrio; así se va transformando, así se va produciendo el nacimiento de un ecosistema repleto de espesura, misterio, fragancias y sucesos digitados en las manos de Richard Wright con sus teclados virulentos. A mi criterio esta segunda parte es la mejor de las dos “Shines” (sin descalificar a la primera que por poco no te deja inconciente) ya que cuenta con unos pasajes que a mi gusto lo destacan por sobre el otro.
 Wish You Were Here ha sido un antes y un después en mi manera de escuchar música, que se abrió a nuevos sonidos experimentales a partir de este momento revelador; también creo que este es el mejor disco que Pink Floyd haya editado en toda su carrera y polemizando un poco, pasandole el trapo a “The Wall”. En tu cara Rogelio Aguas….          



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