¿Que tan radical e intrépido puede ser el pensamiento
de un artista para que, luego de triunfar, decida cambiar su formula y
modificarlo todo? En verdad no lo sé, pero debe tener seguramente convicciones más
allá del éxito que lo perturban y lo hacen pensar.
Asi como los
Chilli Peppers una vez decidieron salirse del esquema ganador de Californication para entregarse a By The Way (al susceptible, le pido disculpas
por la comparación) los Led Zeppelin se descubrieron “limpitos y bañaditos” (cual
niño listo para ir al cumpleaños de un compañerito de la escuela primaria) tras
una estampida de cuatro discos fulgorosos a puro Blues y Heavy – Rock experimental que en
pocas palabras los posicionaron como una de las bandas mas importantes, en la
historia del Rock mundial, lo que para ellos era a la hora de componer un mote algo molesto y encasillador. Por este motivo, no menor, decidieron dejar de
ponerle números a los nombres de sus discos y se aventuraron en llamar a su
siguiente obra, publicada en 1973, House of
the Holy (Casa de los Santos, Casa de la Santa/o; hay diferentes tipos de interpretación,
a mi me gusta la primera). Esto cortaba un derrotero importante e impactaba de
lleno en el público encontrando algo novedoso y ni que hablar que así lo fue.
De
arranque, el disco empieza con un mensaje directo explicando que “la canción sigue siendo
la misma” (The Song Remains the Same) manifestando un direccionamiento artístico
hacia horizontes eclipsados, por un formato exitoso, que deseaban salir a la
luz.
Lleno de heterogeneidad House of the Holy nos deleita
con otras facetas y otros estilos como por ejemplo con The Crunge una especie
de Soul – Funk o D´yer Mak´er un reggae con todos los condimentos Zeppelin, digamos la
voz aguda de Plant y las baterías pesadas del tiempista de Boham.
Cuidado que este no es un disco perdido en deseos egoísta
sino que todo lo contrario, es un disco abierto a una metamorfosis que se nutre
ineludiblemente de las guitarras del Hijo del Trueno mejor conocido como Jimmi
Page que sin su energía rabiosa y roquera en los solos o en los arreglos nada
de esto seria lo mismo.
Volcado hacia la
experimentación uno encuentra la materia prima original del grupo mezclada con
intensiones orientales como en Dancing Days o con cosas extraidas de extraños
lugares sin nombre plagados de efectos y ecos que dotan de una mágica oscuridad
cada segundo del tema No Quarter.
House of The Holy cuenta con dos merluzas (como diría Hoby De Fino en el gran programa Que se vayan todos!) que en su anonimato se presentan
con total cautivización, ellas son: The Rain Song y The Ocean.
La primera se “godea” en una guitarra acústica con su
ternura cabalgada en acordes angustiosos acariciados por los teclados
(Melotron) ateos de John Paul Jones que otra vez nos vuelve a deleitar, pero
ahora en una balada romántica, que por el final desprende un poco de la energía
pululante típica de la banda. Y la
segunda, con un riff de guitarra poderoso y pegajoso, que bien podría ser
tocado, tranquilamente, por Ac/Dc, decorada a puros gritos y martillada por el doble
acento del redoblante se transforma en una gran canción marcada por dos interludios
de guitarras desgarrantes, sellando y firmando, con aclaración y documento, el
final de este hermoso disco y el comienzo de una nueva etapa para Led zeppelín quizás
el comienzo de su recta final, en términos automovilísticos, la cual será muy
criticada debido a su giro artístico pero que seguirá produciendo hitos sonoros,
porque si algo ha logrado esta banda es haber realizado magníficos hitos
musicales.
*Tema recomendado: The Ocean
Uno de mis discos favoritos de Zepp, si no mi favorito, junto al volumen III y Physical Graffiti. Se ve que evidentemente me gusta el Zeppelin más ecléctico, en detrimento del más "tradicionalista" (que igual me vuelve loco).
ResponderEliminarHace unos meses me compré el remaster de este álbum, hacía un montón que no lo escuchaba. Por más que uno escuche un montón de otras bandas interesantes de la época (Uriah Heep por ejemplo), no se puede creer ese aura de majestuosidad. En ese sentido, parafraseando al dueño de una conocida disquería porteña, pareciera que la historia hubiese puesto a cada uno en el lugar que se merece. Algo parecido me ocurre con Queen, y eso que no es de mis bandas favoritas. Me refiero a "esa cosa...". Zeppelin sigue sonando como uno de esos castillos de la Edad Media que no se van a derrumbar jamás.
A veces reniego, me peleo con la tradición del gran rock clásico. En conversaciones me he pasado de irreverente. Hasta que un buen día agarro "esos" discos de "esas" bandas y la puta... que no hay con qué darles...
Salute!
Para serte sincero, tengo como cuenta pendiente escuchar a pleno varios discos mas de Zeppelin, uno era este y ni bien lo escuche quede perplejo al darme cuenta que, mas alla de sus primeros cuatro exitosos discos, habia un mundo distinto que no conocia y que debia recorrer.
ResponderEliminarAntes de oir los primeros temas tuve una cierta negación pero poco a poco me fue seduciendo esta nueva idea que queria plasmar la banda, una banda conformada por fenomenos, que como vos decis, parecen haber estado en el lugar indicado en el momento indicado. Siempre pienso en que hubiese pasado si Terry Reid hubiese sido el vocalista. Vaya uno a saber. Lo cierto es lo que sucedio y gracias a Dios que asi fue. Abrazo de rock!