Y si, en algún momento tenía que pasar, en algún momento
tenía que aparecer en este blog algún disco de la carrera solista de Carlos García
como para balancear el contenido entre lo nacional y lo internacional dándole a
nuestro rock un papel principal dado que no hay mejor representante de tal arte
como este músico.
Por esas cosas
de la vida, mi mujer con ganas de escuchar música en el equipo, buscaba entre
los discos que tenemos el CD Piano Bar de Charly. Después de un largo rato de
husmear por cuanto recoveco haya por explorar, con total angustia me dijo – No sé
donde esta, me parece que lo perdí o me lo robaron – y fue ahí donde me di
cuenta que nunca antes había escuchado este disco y que más de una persona, en
su momento, me lo había recomendado.
Cuando por
internet leí la lista de temas, por lo menos los tres primeros, entendí que Piano
Bar era una mina de oro sin explotar y por lo tanto, sin conspirar contra el
arte de ningún artista y solo por una cuestión puramente científica, lo
descargue y comencé a escucharlo.
Obviamente que
Demoliendo Hoteles, el cual es un gran comienzo lleno energía y destrucción,
Promesas sobre el bidet, clásico de clásicos si los hay, y Raros peinados
nuevos son una gran primer puesta en escena para un longplay y han marcado a toda la generación de los
ochenta, pero realmente la tensión, lo romántico, lo místico y el epicentro de
este majestuoso trabajo se encuentra en cuatro temas característicos los cuales son el homónimo Piano bar, No te
animas a despegar, Tuve tu amor y Total interferencia, en los que se puede ver a
un artista que pese a su apariencia de descontrolado y polémico deja entrever
su lado más sensible el cual por lo visto brota y brota detrás de cada canción
como esos golpes de redoblantes solitarios, como esas cortinas de teclados ponzoñosos
o esos punteos que hacen de símiles acompañantes.
En sí, es un
disco lleno de explosiones y calmas grabado íntegramente con tecnología VHS donde,
por no usar imagen se accede al uso total de la cinta logrando una gran calidad
de sonido.
Para mi gusto
Piano Bar no tiene desperdicios ya que cada track se aloja cual mejillón en el
disco rígido de nuestro cerebro debido al alto contenido de pases melódicos dignos
de un genio, arreglos hermosos y un grupo de músicos excelentes.
Cabe señalar
que por esos años, 1984, Charly produjo a una banda de muchachos con mucho éxito
en la escena llamada GIT a los cuales, por su calidad, ni lerdo ni perezoso contrato
para este trabajo, sumando también en teclados a Fito Páez que venía de grabar
su primer y grandioso álbum solista llamado Del 63 del cual ya hemos hablado en
este blog y del que también fue participe mi señora (estoy quedando como un campeón
en casa). En pocas palabras y para que se entienda, esto es como si al
Bayer Múnich de Guardiola le sumas a Cristiano Ronaldo y a Messi. No podes
pedir nada más.
Un perlita se
esconde a lo lejos del último tema, una versión bien a lo Charly García solista
de Canción para mi muerte es, sin desprestigiar a la grabada con Nito, exquisita
ya que carece del color habitual dejando de lado la melodía fogonera para darle
ingreso a una canción mas personal con unos saxos y otros arreglos tanto en la
letra como en algunos cambios decorando con una frutilla tamaño postre de música
que cae liviano pese a tanto contenido y que llena nuestras auditivas papilas
gustativas de miel, chocolate amargo y crocantes de almendrado sobre una base de
electrónica rockera.
"Tiene manos de marfil y teclados de Taiwan, un chico conectado con la ciencia."
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