Si tendría la suerte de viajar a
otro país y vivir, temporeramente o no, lejos de mi Argentina natal, daría por
descontado que llevaría conmigo música de diferentes bandas y de todos los
estilos para mantenerme prendido a lo que soy, aparte de evitar sentir ese cimbronazo
del desarraigo que provocan los miles de kilómetros, el jet lag y todas esas
cosas. Pero si, por ejemplo, un alemán me preguntase, como he hecho yo en
muchos casos con personas extranjeras, sobre que banda representa mejor a la
cultura de mi país y que disco elegiría a modo de curriculum vitae de esta,
aunque me duele ser selectivo, le respondería que Oktubre (1986) de Patricio Rey
y sus Redonditos de Ricota es uno de los mejores ejemplares del rock nacional.
Los motivos, obviamente personales, se basan
en la concepción de una obra por demás dramática que pese a sus tintes humorísticos
sobre escalas mayores (Tv Führer o Ya nadie va a escuchar tu remera) no deja,
en la voz de un vocalista lastimero, de sufrir, sufrimiento típico de nuestra cultura llena de desventuras
trágicas, que nos hacen únicos a nivel mundial.
Oktubre es un disco que propicia un ecosistema
oscuro lindante con la tristeza lleno de canciones donde las metáforas y las palabras
de gran peso poético decoran historias libres que nos llevan siempre a situaciones
de derrape, bajeza y superación produciendo en el oyente una especie de
sentimiento “quijotero”.
Plagado de riffs tajantes, sensibles y
marcados (Preso en mi ciudad, Musica para pastillas y Cancion para naufragios),
que ubican a la guitarra como parte del fraseo de una canción, emana un
brillante paralelismo entre ambos artistas (Solari – Beilison) enriqueciendo
sin ningún tipo de esfuerzo la mística ricotera.
En homenaje a la revolución bolchevique rusa
(Fuegos de Oktubre) y con una mirada socialista de aquellos ideales, todo el
disco parece suceder en un ambiente de invierno nublado y plagado de nieve
donde la sociedad oprimida trata de sobreponerse en un clima hostil para poder salir
adelante.
Párrafo aparte para tres temas. Primero, por
orden de ubicación en el disco, Semen Up, con una mística increíble de bajo donde
los punteos viajan por si solos en una atmosfera por demás dura, segundo Motor
Psico, la canción atípica donde la guitarra y la voz marchan al unisonó en una melodía
melancólica repleta de una lirica entrañable y por ultimo Jijiji, el pogo mas
grande del mundo, en el que la banda se luce en tensiones y rock and roll diferenciándose
del resto no por ser mejor sino por su gran presencia.
Creo que ni el más fanático iba a suponer que al
éxito de Gulp! lo sucedería esta magnífica obra de arte que se desprende sonoramente
de todo lo grabado con antelación tomando tan solo los detalles más
sobresalientes de su ancestro para evolucionar y escalar a lo más alto del escalafón
roquero, pintando al ambiente de la música nacional con tintes propios de la
calle conjugando música y letras con una particularidad y extrañeza armónica
unica que les ha dado el mote de ídolos innegables.
"Junto a la hemoglobina me fui, ya no sangro mas. De la nada a la gloria me voy, asi me das mas."
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