PEZ - El Manto Electrico


Cambiar, cambiar y cambiar... Buscar siempre lo que quiere decir nuestro corazón y dejarlo fluir sin tener que explicar nada, sin atarse a lo que los demás necesitan para poder largar toda esa creatividad hacia la ruta de la edición y el sonido. Este tipo de proceso de cambio no es nada nuevo y consta de larga data en la música, creo que con tan solo nombrar a Spinetta y su incursion en diferentes estilos, pasando por la formación  de "pilas" de bandas, para tocar jazz, rock pesado, rock experimental y hacer la plancha en la piscina de la electrónica, tendría que bastar para argumentar sobre este nuevo disco de PEZ, pero si quieren tambien podemos hablar de casos como Robert Plant, Charly Garcia, Gustavo Cerati, Eddie Veeder, Caetano Veloso y un sinfín de artistas que podrian cimentar aun con mas fuerza esta afirmación.

El Manto Eléctrico lanzado en 2014 realmente me sorprendió dado que la banda había estacionado su automóvil y hacía rato que no lo arrancaba del rock-metal experimental del cual soy devoto, pero al que PEZ había llegado luego de un largo transe entre lo progresivo, el hardcore, las composiciones poéticas introspectivas y algún que otro recital desenchufado, pero si quisiéramos describir al PEZ de los últimos años tendríamos que hablar de una banda que te volaba la cabeza con esos riff distorsionados al mango, repletos de idas y vueltas que hacían de una canción un libro lleno de peripecias.


Gratamente, Ariel Minimal, Fosforo Gracia y Franco Salvador, sin la presencia en los estudios del tecladista Pepo Limeres, retornando al trió original, se propusieron encender nuevamente ese coche para partir otra vez hacia el campo, ese “campo de inconciencia” del que no se conoce el punto de llegada pero del que se disfruta el viaje para hacer canciones de rock a otra velocidad, con otro “timen”, parecido quizás a un sonido mas setentoso (Aire al fin, Todo lo que ya fue o En un lenguaje extraño) con guitarras más limpias, que sinceramente me encantan ya que propone descubrir las letras de Sanzo sin tanto griterío (No te escucho bien), despertando otra faceta de estos pibes que hace veinte años que vienen tocando juntos y de los que siempre, para la gracia de los sedientos de cosas nuevas, se puede escuchar algo diferente, porque pese a ese, por decirlo de alguna forma, estancamiento en lo pesado que de seguro se debe a las ganas y los sentimientos que el grupo siente hacia ese estilo provocado por tan solo momentos en la vida de uno, apareció la magia y todo cambio. 

Ojo, acá no vamos a encontrar un disco tranquilo ni mucho menos, desde el arranque, con el primer tema Cráneo o como Retoman los restos, se puede sentir esa energía roquera típica del PEZ conocido, diferenciándose solo en materia de un sonido más claro, en muchas ocasiones con bases de guitarras acústicas como en Mi lista de deseos o El manto eléctrico,  con bajos más calmados aun así excelentes, arreglos de coros armoniosos, punteos que pretenden no desprenderse en solitario (Muerde la luz) y una batería como siempre impecable lindante en algunos casos con la percusion, generando un montón de piezas claves que por la gravedad misma del planeta del que vienen se ensamblan por si solas, automatizadas dentro de una mecánica que muta y pasa por diferentes metamorfosis para dar como fruto este hermoso trabajo. 
"y a caballo de un mounstruo cada vez mas burdo, ese que embiste nuestra historia y nada deja en pie, nos dirigimos obstinados hacia un pozo profundo que fuimos llenando con todo lo que ya fue."

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